UN POCO DE HISTORIA: MUSEO LOEWE
Hace unas semanas tuve el
privilegio de poder visitar el Museo y
la fábrica Loewe en Getafe (Madrid) gracias a el viaje que hicimos los
alumnos de ESCO. Nuestra visita fue una gran experiencia pues contamos con una
guía excepcional, Flor Fernández, la responsable del museo. No está permitido
hacer fotografías dentro de las instalaciones pero intentaré describir mi
experiencia lo más gráficamente posible.
Recepción Museo Loewe
Comenzamos la visita sumergiéndonos
en la historia de Loewe, en la primera sala encontramos una exposición de
fotografías del taller de la calle Lobo –actualmente calle Echegaray- donde
surge Loewe como una asociación de artesanos de la piel en 1846. No es hasta el
año 1872 cuando el empresario alemán Enrique
Loewe Roessberg, enamorado de la
maestría de estos artesanos, decide consolidar el taller con su nombre.
Mientras seguimos asombrándonos de que el gran
imperio que hoy conocemos como Loewe haya surgido en un pequeño taller del
centro de Madrid. Flor nos cuenta rápidamente los puntos de inflexión en la
historia de la firma, como el ser nombrada Proveedor
de la Casa Real en 1905, las
dificultades de la empresa durante la Guerra Civil, cuando fue militarizada, la
adquisición por el grupo LVMH en 1996 y los distintos ciclos en la dirección de
la empresa a través de las cuatro generaciones de la familia Loewe.
Expuestos, encontramos los distintos logotipos que se han sucedido en la
historia de la firma, a simple vista se observa una depuración estética en la
que, poco a poco, va tomando forma el anagrama de las cuatro eles entrelazadas
que todos conocemos hoy, cuyo diseño fue encargado al artista Vicente Vela en
1970.
Pasamos a una sala en la
que encontramos los bolsos más representativos de la firma, desde maletas en
las que se ofrecía un diseñado personalizado al cliente, incluyendo todos los utensilios
que necesitaba, pasando por el mítico Amazona y llegando hasta una esquina de
la sala en la que se exponen prendas exquisitas diseñadas por nombres tan
grandes como el de Karl Lagerfeld.
PRODUCCIÓN
Y PROCESO CREATIVO
Pasamos a la zona de
producción, donde cuentan con departamentos tan interesantes en los que
realizan test sobre los materiales para comprobar su calidad y resistencia,
otros donde se comprueba digitalmente el mejor aprovechamiento de la piel,
donde expertos señalan todos los defectos en un trozo de piel, imperceptibles a
los ojos de un grupo de estudiantes como nosotros.
Llegamos a la oficina
donde trabaja Silvia Soler, responsable
de desarrollo de producto, donde la visita se transforma en un regalo para los
sentidos; en ella almacenan todas las muestras de pieles que son posibles
candidatas a formar parte de la nueva temporada y en un perchero aparte nos
encontramos con las que ya están siendo utilizadas. Perchero que sirve de
inspiración pero también de referencia para nuevas creaciones. Era de esperar
que saliera el tema y tras las preguntas sobre la política de la empresa
respecto a la utilización de pieles, nos explica que tras todo este negocio hay
un sistema que es bastante caro de mantener. La mayoría de las pieles provienen
de la industria cárnica (los animales están destinados al consumo) a excepción
de las pieles exóticas- aunque hay
algunas que también se destinan al consumo-, que se hayan sometidas a una
rígida legislación en la que prima la sostenibilidad del medio ambiente.
Para Silvia todo ha sido
un reto desde que Jonathan Anderson pasó a ser el director creativo de la
firma, prueba de que incluso esta gran marca que destaca por su tradición y
artesanía se ha dado cuenta de que es hora de modernizarse.
Más tarde pasamos a la
zona de producción donde paso a paso, trabajador a trabajador y pieza a pieza
pudimos ver cómo un bolso Flamenco
color coral iba tomando forma.
Bolso Flamenco
Knot
Imposible abandonar la fábrica
sin un alto concepto de la casa Loewe, donde han sabido combinar tradición y
artesanía con los diseños más innovadores, un claro ejemplo de reinvención y de
apuesta por la calidad.
GALERÍA LOEWE
Piezas de un
bolso Amazona
Os animo
también a visitar su tienda en Gran Vía donde podréis acceder a una galería en la que tenéis la posibilidad
de ver de primera mano una selección de los bolsos Amazona (detrás del cual hay una historia muy interesante relacionada con la evolución del papel de la mujer en la sociedad) más destacados y una
exposición de herramientas, piezas claves y de gran valor para los artesanos de
la firma; podréis ver escaparates antiguos, bolsos antiguos que han sido recuperados y esa maravillosa obra de arte, El árbol, fabricado con retales de pieles, una delicia para todos
los sentidos. A un lado encontramos una placa que sintetiza el sinfín de emociones que se
producen en la visita y que da nombre a este post: “el tacto genera deseo”.